El genocida
Humala.
M. Alonso.
Los
asesinatos de Cajamarca han puesto en evidencia el carácter represivo, al
servicio de las multinacionales imperialistas, del presidente Humala Tasso y su
gobierno en el Perú.
Su elección
y su familia polémica, recordemos las posiciones o poses Etnocaceristas de su
hermano y su padre, o su oscuro historial de capitán en la zona de emergencia
de Ayacucho en los 90 (1) del siglo pasado, fue presentada como un signo de
progresismo y de respeto a los derechos humanos y una posición de firmeza, de
corte nacionalista, ante las potencias económicas.
Hoy en medio
de la Gran Crisis, la perversión de las palabras juega como nunca un papel
fundamental en la superestructura del dominio ideológico de la burguesía internacional.
“Nada es lo que parece” habría que decir pero lo más correcto sería decir “pocas
cosas son lo que parecen”. En esta guerra brutal de la burguesía imperialista
para someter a los pueblos, destrozar sus países, saquear sus riquezas, el
travestir el significado de las palabras o las personas juega como un manto sobre los hechos, pero la
realidad es mas terca (que diría Lenin) y la lucha de clases, que no desaparece
por decretos, hace que la manta se rompa cada vez por mas sitios de lo que
quisieran, poniendo en evidencia las falsedades con las que tratan de modificar percepción
de la realidad.
Hoy la
careta del asesino Humala Tasso se ha manchado, de nuevo, con sangre del pueblo.
Experto como sus colegas de promoción en grandes victorias sobre el pueblo
desarmado, no ha dudado, torpemente, en ordenar una represión generalizada. El
hombre cuyas promesas siempre incumple, cumplió con sus amenazas cuando sus
planes mineros o más bien los de sus amos de las multinacionales, se vieron
contestados valientemente por el pueblo. Torpeza de sicario que no de político pues
después de decretar el Estado de Emergencia en tres provincias el pueblo desafía
la medida ,aun con un número importante de muertos y heridos, ganándose el apoyo
y la solidaridad del resto del pueblo peruano harto de mentiras y represión.
Humala Tasso
fracasó en su intento de presentar como una “liberación” el caso de los trabajadores
de Camisea, retenidos por la
guerrilla comunista (2), como una victoria y cosechó el ridículo con una
importante derrota militar, al picar en el cebo puesto por los guerrilleros, a las
ordenes del camarada Gabriel, sumando la vergüenza de dejar abandonados a sus
propios agentes. Y destapando un poco más la manta de su cobardía, les botó la
culpa a los ministros.
Este nuevo
chumbeque, amigo de Evo Morales y del ecuatoriano Correa que ganó las
elecciones a la hija del genocida Fujimori con el apoyo de los revisionistas,
oportunistas y caviares, incluso del Nobel Vargas Llosa, llamando a salvar la “democracia”.
La realidad
fue que el pueblo votaba entre dos nuevos sátrapas y que la única democracia
existente es la de la burguesía burocrática, fiel servidora de los intereses de
las corporaciones internacionales y de las potencias imperialistas.
Ahora dirán
que los manifestantes quieren desestabilizar el régimen progresista de Humala
según el guión de Evo y Correa.
Saldrá el
coro de “anti-imperialistas” pero los muertos, como casi siempre, los pone el
pueblo.
¿Hasta cuándo?
(1) Ollanta Humala Tasso, estudio en la escuela
militar de Chorrillos y posteriormente, en la siniestra “Escuela de las Américas”.
Enviado en 1991 con el grado de capitán a la zona de emergencia de Ayacucho, en
Tingo María, Huánuco participó en las tareas represivas contra los comunistas
del Ejercito Guerrillero Popular ordenadas por el chumbeque y asesino Alberto
Fujimori. Se atestigua que bajo la identidad de Capitán Carlos, en la base
militar Madre Mía en Pocayacu participo
y ordeno numerosos abusos y violaciones en la zona.
(2) Columnas guerrilleras comunistas a
las ordenes de los hermanos Quispe Palomino, acusados de ser una fracción oportunista
de izquierda por otros sectores que reclaman la dirección del PCP, afirman ser
continuadores de la guerra popular prolongada iniciada en 1980, han dado
importantes golpes al ejército y a la policía, manteniendo una presión
constante contra sus bases.
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