Dos militantes del PP asesinan presuntamente a una dirigente del PP
La reacción de los políticos ha respondido más a la liturgia característica de otro tipo de crímenes
Dos militantes del PP están detenidas como presuntas autoras del asesinato de una dirigente del PP.
Las tres de León, las tres del PP. Una, la asesinada, presidenta de la
Diputación de León; otra, ingeniera que trabajó para esa Diputación y
fue en las listas del PP de Astorga; la tercera, madre de esta. Las dos
detenidas son mujer e hija de un mando policial de Astorga.
Estamos pues ante un asunto privado entre las dos sospechosas y la
asesinada. Estamos ante algo que tiene más que ver con el suceso, con
algo que, de no ser la víctima presidenta de la Diputación, los medios
podrían haber calificado de ajuste de cuentas pendientes. Una joven
despedida de la Diputación en 2011, que se sentía maltratada por la
máxima dirigente de su propio partido. Una madre que se solidarizaba con
su hija y que es señalada como autora material de los disparos.
Incluido el tiro de gracia, cuando la víctima está en el suelo y la que
dispara necesita certificar su muerte.
Cabe
preguntarse por qué asisten las dos mujeres al crimen, por qué
participan las dos en el tiro por la espalda, qué tipo de venganza
quería compartir con su hija la madre que presuntamente dispara a una
mujer a la que ambas conocen.
Las dos detenidas se
niegan a declarar ante la policía y mantienen una actitud serena, según
se nos informa. Este es un dato más que refuerza la hipótesis de una
estrategia preparada durante tiempo: disparar sobre alguien que resulta
vulnerable por sus comportamientos rutinarios, en un punto en el que es
fácil deshacerse de la pistola, negarse a declarar. No estamos ante un
arrebato.
A pesar de ese carácter privado de los
trágicos hechos, la reacción de los políticos ha respondido más a la
liturgia característica de otro tipo de crímenes: condena del asesinato,
frases enlutadas como otras, aplazamiento del debate previsto entre
candidatos, suspensión de actos electorales...
Por
parte de algún medio de comunicación se ha corrido a buscar culpables
que no estaban desde luego en el lugar del crimen. Ya sabemos que dos
frases con apariencia de verdad, puesta una al lado de otra, pueden
construir una mentira de tomo y lomo. Algo así ha ocurrido en esa
construcción artificial de un contexto incriminatorio contra los que son
considerados como culpables de todo, aunque nada tengan que ver.
Pero los hechos son los que son: dos militantes del PP de León han
asesinado, presuntamente, a una dirigente del PP de León. Un asesinato
que huele a venganza, planificado, en el que la autora necesita saber
que la víctima queda muerta y no solo malherida.
León
es una ciudad tranquila por definición. Como Cuenca, donde hace unos
días un hombre asesinó a otro y luego se suicidó por asuntos pendientes,
entre otros, dinero pendiente de cobrar por parte del asesinado.
En toda España alguien tiene un asunto pendiente con el vecino,
macerado por el tiempo y la rumia de agravios. Normalmente no suele ser
un único motivo, un único móvil, sino una mezcla de varios lo que lleva a
alguien a matar a su paisano. No todos esos conflictos desembocan en
muertes violentas; en algunos casos se enquistan y hasta se heredan, y
en otros se resuelven más o menos civilizadamente, vía judicial
incluida.
En el asesinato de León, llama la atención
que un asunto privado, más cercano al suceso, haya sido tratado por
algunos medios y políticos como si de un asesinato político se tratase,
mientras que, por ejemplo, los asesinatos de mujeres a manos de hombres,
son tratados tantas veces como sucesos, asuntos privados, y no como la
evidencia de hombres que asesinan sistemáticamente a mujeres.
Los hechos: dos militantes del PP han asesinado a una dirigente del PP. Un asesinato pensado, en frío, vengativo.
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