Por lo que se refiere al materialismo filosófico marxista, es en su base lo opuesto al idealismo filosófico.
2) El materialismo filosófico marxista se caracteriza por los siguientes rasgos fundamentales:
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a) En oposición al idealismo, que considera el mundo como la encarnación de la "idea absoluta", del "espíritu universal", de la "conciencia", el materialismo filosófico de Marx parte del criterio de que el mundo es, por su naturaleza, algo material ; de que los múltiples y variados fenómenos del mundo constituyen diversas formas y modalidades de la materia en movimiento; de que los vínculos mutuos y las relaciones de interdependencia entre los fenómenos, que el método dialéctico pone de relieve, son las leyes con arreglo a las cuales se desarrolla la materia en movimiento; de que el mundo se desarrolla con arreglo a las leyes que rigen el movimiento de la materia, sin necesidad de ningún "espíritu universal".
"La concepción materialista del mundo -- dice Engels -- significa sencillamellte concebir la naturaleza tal y como es, sin ninguna clase de aditamentos extraños" (C. Marx y F. Engels, t. XIV, pág. 651).
Refiriendose a la concepción materialista de un filósofo de la antiguedad, Heráclito, según el cual "el mundo, que es la unidad de todo lo existente, no ha sido creado por ningún dios ni por ningún hombre, sino que ha sido, es y será eternamente un fuego vivo que se enciende y se apaga con arreglo a leyes", dice Lenin: "He aquí una excelente definición de los principios del materialismo dialéctico" (Lenin, Cuadernos filosóficos, pág. 3I8).
b) En oposición al idealismo, el cual afirma que sólo nuestra conciencia tiene una existencia real y que el mundo material, el ser, la naturaleza, sólo existe en nuestra conciencia, en nuestras sensaciones, en nuestras percepciones, en nuestros conceptos, el materialismo filosófico marxista parte del criterio de que la materia, la naturaleza, el ser, es una realidad objetiva, que existe fuera de nuestra conciencia e
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independientemente de ella; de que la materia es lo primario, ya que constituye la fuente de la que se derivall las sensaciones, las percepciones y la conciencia, y la conciencia lo secundario, lo derivado, ya que es la imagen refleja de la materia, la imagen refleja del ser; de que el pensamiento es un producto de la materia que ha llegado a un alto grado de perfección en su desarrollo, y más concretamente, un producto del cerebro, y éste el órgano del pensamiento, y de que, por tanto, no cabe, a menos de caer en un craso error, separar el pensamiento de la materia.
"El problema de la relación entre el pensar y el ser, entre el espíritu y la naturaleza es dice Engels -- el problema supremo de toda la filosofía. . . Los filósofos se dividían en dos grandes campos, según la contestación que diesen a esta pregunta. Los que afirmaban el carácter primario del espíritu frente a la naturaleza. . . formaban en el campo del idealismo. Los otros, los que reputaban la naturaleza como lo primario, figuraban en las diversas escuelas del materialismo " (F. Engels, obra citada, págs. 16-17).
Y más adelante:
"El mundo material y perceptible por los sentidos, del que formamos parte también los hombres, es el único mundo real. . . Nuestra conciencia y nuestro pensamiento, por más suprasensibles que parezcan, son el producto de un órgano material, corporal: el cerebro. La materia no es un producto del espíritu, y el espíritu mismo no es más que el producto supremo de la materia" (F. Engels, obra citada, pag. 3~2).
Refiriéndose al problema de la materia y el pensamiento, manifiesta Marx:
"No es posible separar el pensamiento de la materia pensante. La materia es el sujeto de todos los cambios" (Obra citada, pig. jO2).
Caracterizando el materialismo filosófico marxista, dice Lenin:
"El materialismo en general reconoce la existencia objetivamente real del ser (la materia), independiente de la conciencia, de las sensaciones,
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de la experiencia. . . La conciencia. . . no es más que un reflejo del
ser, en el mejor de los casos su reflejo aproximadamente exacto
(adecuado, ideal en cuanto a precisión)" (Lenin, t. XIII, pags. 266-267).
Y en otros pasajes:
-- "Es materia lo que, actuando sobre nuestros organos sensoriales, produce las sensaciones; la materia es la realidad objetiva, que las sensaciones nos transmiten. . . La materia, la naturaleza, el ser, lo fisico, es lo primario; el espíritu, la conciencia, las sensaciones, lo psíquico, es lo secundario" (Obra citada, págs. 119-120).
-- "El cuadro del mundo es el cuadro de cómo se mueve y cómo 'piensa la materia'" (Obra citada, pág. 288).
-- "El cerebro es el órgano del pensamiento" (Obra citada, pág. 125).
c) En oposicióh al idealismo, que discute la posibilidad de conocer el mundo y las leyes por que se rige, que no cree en la veracidad de nuestros conocimientos, que no reconoce la verdad objetiva y entiende que el mundo está lleno de "cosas en sí", que jamás podrán ser conocidas por la ciencia, el materialismo filosófico marxista parte del principio de que el mundo y las leyes por que se rige son perfectamente cognoscibles, de que nuestros conocimientos acerca de las leyes de la naturaleza, comprobados por la experiencia, por la práctica, son conocimientos veraces, que tienen el valor de verdades objetivas, de que en el mundo no hay cosas incognoscibles, sino simplemente aún no conocidas, pero que la ciencia y la experiencia se encargarán de revelar y de dar a conocer.
Criticando la tesis de Kant y de otros idealistas acerca de la incognoscibilidad del mundo y de las "cosas en sí" incognoscibles y defendiendo la consabida tesis del materialismo acerca de la veracidad de nuestros conocímientos, escribe Engels:
"La refutación más contundente de estas manías, como de todas las demás manías filosóficas, es la práctica, o sea el experimento y la industria. Si podemos demostrar la exactitud de nuestro modo de concebir un
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proceso natural reproduciendolo nosotros mismos, creándolo como retado de sus mismas condiciones, y si, además, lo ponemos al servicio de nuestros propios fines, daremos al traste con la 'cosa en sí' inasequible de Kant. Las sustancias químicas producidas en el cuerpo animal y vegetal siguieron siendo 'cosas en sí' inasequibles hasta que la química orgánica comenzó a producirlas unas tras otras; con ello, la 'cosa en sí' se convirtió en una cosa para nosotros, como, por ejemplo, la materia colorante de la rubia, la alizarina, que hoy ya no se extrae de la raíz de aquella planta, sino que se obtiene de alquitrán de hulla, procedimiento mucho mas barato y más sencillo. El sistema solar de Copernico fue durante trescientos años una hipótesis, por la que se podía apostar cien, mil, diez mil contra uno, pero, a pesar de todo, una hipótesis, hasta que Leverrier, con los datos tomados de este sistema no sólo demostró que debía necesariamente existir un planeta desconocido hasta entonces, sino que, además, determinó mediante cálculos el lugar en que este planeta tenía que encontrarse en el firmamento, y cuando después Galle descubrió efectivamente este planeta, el sistema de Copérnico quedó demostrado" (C. Marx, Obras escogidas, t. I, pág. 330).
Acusando a Bogdánov, Basárov, Yushkévich y otros partidarios de Mach de fideísmo (teoría reaccionaria que prefiere la fe a la ciencia) y defendiendo la consabida tesis del materialismo de que nuestros conocimientos científicos acerca de las leyes por las que se rige la naturaleza son conocimientos veraces y de que las leyes de la ciencia constituyen verdades objetivas, dice Lenin:
"El fideísmo moderno no rechaza, ni mucho menos, la ciencia; lo único que rechaza son las 'pretensiones desmesuradas' de la ciencia, y concretamente, sus pretensiones de verdad objetiva. Si existe una verdad objetiva (como entienden los materialistas) y si las ciencias naturales, reflejando el mundo exterior en la 'experiencia' del hombre, son las unicas que pueden darnos esa verdad objetiva, todo fideísmo queda refutado incontrovertiblemente" (Lenin, t. XIII, pág. 102).
Tales son, brevemente expuestos, los rasgos característicos del materialismo filosófico marxista.
Fácil es comprender la importancia tan enorme que tiene la extensión de los principios del materialismo filosófico al
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estudio de la vida social, al estudio de la historia de la sociedad, la
importancia tan enorme que tiene el aplicar estos principios a la
historia de la sociedad y a la actuación práctica del Partido del
proletariado.
Si la conexión entre los fenómenos de la naturaleza y su interdependencia representan las leyes por las que se rige el desarrollo de la naturaleza, de esto se deduce que la conexión e interdependencia de los fenómenos de la vida social representan también no algo fortuito, sino las leyes por las que se rige el desarrollo de la sociedad.
Esto quiere decir que la vida social y la historia de la sociedad ya no son un conglomerado de hechos "fortuitos", pues la historia de la sociedad se convierte en el desarrollo de la sociedad con arreglo a sus leyes, y el estudio de la historia de la sociedad adquiere categoria de ciencia.
Esto quiere decir que la actuación práctica del Partido del proletariado debe basarse, no en los buenos deseos de las "ilustres personalidades", no en los postulados de la "razón", de la "moral universal", etc., sino en las leyes del desarrollo de la sociedad y en el estudio de éstas.
Prosigamos. Si el mundo es cognoscible, y nuestros conocimientos acerca de las leyes que rigen el desarrollo de la naturaleza son conocimientos veraces, que tienen el valor de verdades objetivas, esto quiere decir que también la vida social, el desarrollo de la sociedad, son susceptibles de ser conocidos; y que los datos que nos brinda la ciencia sobre las leyes del desarrollo de la sociedad son datos veraces, que tienen el valor de verdades objetivas.
Esto quiere decir que la ciencia que estudia la historia de la sociedad puede adquirir, pese a toda la complejidad de los fenómenos de la vida social, la misma precisión que la biología, por ejemplo, ofreciéndonos la posibilidad de dar una
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aplicación práctica a las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad.
Esto quiere decir que, en su actuación práctica, el Partido del proletariado debe guiarse, no por estos o los otros motivos fortuitos, sino por las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad y por las conclusiones prácticas que de ellas se derivan.
Esto quiere decir que el socialismo deja de ser un sueño acerca de un futuro mejor de la humanidad, para convertírse en una ciencia.
Esto quiere decir que el enlace entre la ciencia y la actuación práctica, entre la teoría y la práctica, su unidad, debe ser la estrella polar que guíe al Partido del proletariado.
Prosigamos. Si la naturaleza, el ser, el mundo material es lo primario, y la conciencia, el pensamiento, lo secundario, lo derivado; si el mundo material constituye la realidad objetiva, que existe independientemente de la conciencia del hombre, y la conciencia es la imagen refleja de esta realidad objetiva, de aquí se deduce que la vida material de la sociedad, el ser social, es también lo primario y su vida espiritual, lo secundario, lo derivado; que la vida material de la sociedad es la realidad objetiva, que existe independientemente de la voluntad de los hombres, y la vida espiritual de la sociedad el reflejo de esta realidad objetiva, el reflejo del ser.
Esto quiere decir que la fuente donde se forma la vida espiritual de la sociedad, la fuente de la que emanan las ideas sociales, las teorías sociales, las concepciones y las instituciones políticas, hay que buscarla, no en estas mismas ideas, teorías, concepciones e instituciones políticas, sino en las condiciones de la vida material de la sociedad, en el ser social, del cual son reflejos estas ideas, teorías, concepciones, etc.
Esto quiere decir que, si en los diversos períodos de la historia de la sociedad nos encontramos con diversas ideas,
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teorías, concepciones sociales e instituciones políticas, si bajo el
régimen de la esclavitud observamos unas ideas, teorías y concepciones
sociales, unas instituciones políticas, bajo el feudalismo otras, y
otras distintás bajo el capitalismo, la explicación de esto no reside en
la "naturaleza", ni en la "propiedad" de las ideas, teorías,
concepciones e instituciones políticas mismas, sino en las distintas
condiciones de la vida material de la sociedad dentro de los diversos
períodos del desarrollo social.
Según sean las condiciones de existencia de la sociedad, las condiciones en que se desenvuelve su vida material, así son sus ideas, sus teorías, sus concepciones e instituciones políticas.
En relación con esto, dice Marx:
"No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es el que determina su conciencia" (C. Marx, Obras Escogidas, t. I, pág. 269).
Esto quiere decir que, en política, para no equivocarse y no convertirse en una colección de vacuos soñadores, el Partido del proletariado debe tomar como punto de partida para su actuación, no los "principios" abstractos de la "razón humana", sino las condiciones concretas de la vida material de la sociedad, que constituyen la fuerza decisiva del desarrollo social; no los buenos deseos de los "grandes hombres", sino las exigencias reales impuestas por el desarrollo de la vida material de la sociedad.
El fracaso de los utopistas, incluyendo entre ellos los populistas, los anarquistas y los socialrevolucionarios, se explica, entre otras razones, porque no teconocían la importancia primordial de las condiciones de vida material de la sociedad en cuanto al desarrollo de ésta, y, cayendo en el idealismo, erigían su actuación práctica, no sobre las exigencias del desarrollo
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de la vida máterial de la sociedad, sino, independientemente de ellas y en contra de ellas, sobre "planes ideales" y "proyectos universales", desligados de la vida real de la sociedad.
La fuerza y la vitalidad del marxismo-leninismo estriban precisamente en que toma como base para su actuación práctica las exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad, sin desligarse jamás de la vida real de ésta.
Sin embargo, de las palabras de Marx no se desprende que las ideas y las teorías sociales, las concepciones y las instituciones políticas no tengan importancia alguna en la vida de la sociedad, que no ejerzan de rechazo una influencia sobre el ser social, sobre el desarrollo de las condiciones materiales de la vida de la sociedad. Hasta ahora, nos hemos venido refiriendo únicamente al origen de las ideas y teorías sociales y de las concepciones e instituciones políticas, a su nacimiento, al hecho de que la vida espiritual de la sociedad es el reflejo de las condiciones de su vida material. En lo tocante a la importancia de las ideas y teorías sociales y de las concepciones e instituciones políticas, en lo tocante al papel que desempeñan en la historia, el materialismo histórico no sólo no niega, sino que, por el contrario, subraya la importancia del papel y la significación que les corresponden en la vida y en la historia de la sociedad.
Pero hay diferentes ideas y teorías sociales. Hay ideas y teorías viejas, que han cumplido ya su misión y que sirven a los intereses de fuerzas sociales caducas. Su papel consiste en frenar el desarrollo de la sociedad, su marcha progresiva. Y hay ideas y teorías nuevas, avanzadas, que sirven a los intereses de las fuerzas de vanguardia de la sociedad. El papel de éstas consiste en facilitar el desarrollo de la sociedad, su marcha progresiva, siendo su importancia tanto más grande
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cuanto mayor es la exactitud con que tesponden a las exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad.
Las nuevas ideas y teorías sociales sólo surgen después que el desarrollo de la vida material de la sociedad plantea a ésta nuevas tareas. Pero después de surgir, se convierten en una fuerza de la mayor importancia, que facilita la ejecución de estas nuevas tareas plaúteadas por el desarrollo de la vida material de la sociedad, que facilita los progresos de ésta. Es aquí, precisamentej donde se acusa la formidable importancia organizadora, movilizadora y transformadora de las nuevas ideas, de las nuevas teorías y de las nuevas concepciones políticas, de las nuevas instituciones políticas. Las nuevas ideas y teorías sociales surgen precisamente porque son necesarias para la sociedad, porque sin su labor organizadora, movilizadora y transformadora es imposible llevar a cabo las tareas que plantea el desarrollo de la vida material de la sociedad y que están ya en sazón de ser cumplidas. Y como surgen sobre la base de las úuevas tareas planteadas por el desarrollo de la vida material de la sociedad, las nuevas ideas y teorías sociales se abren paso, se convierten en patrimonio de las masas populares, movilizan y organizan a éstas contra las fuerzas sociales caducas, facilitando así el derrocamiento de estas fuerzas sociales caducas que frenan el desarrollo de la vida material de la sociedad.
He aquí cómo las ideas y teorías sociales, las instituciones políticas, que brotan sobre la base de las tareas ya maduras para su solución planteadas por el desarrollo de la vida material de la sociedad, por el desarrollo del ser social, actúan luego, a su vez, sobre este ser social, sóbre la vida material de la sociedad, creando las condiciones necesarias para llevar a término la ejecución de las tareas ya maduras de la vida material de la sociedad y hacer posible su desarrollo ulterior.
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En relación con esto, dice Marx:
"La teoria se convierte en una fuerza material tan pronto como prende en las masas" (C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. I, pág. 406).
Esto quiere decir que para poder influir sobre las condiciones de la vida material de la sociedad y acelerar su desarrollo, acelerar su mejoramiento, el Partido del proletariado tiene que apoyarse en una teoría social, en una idea social que refleje certeramente las exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad y que, gracias a ello, sea capaz de poner en movimiento a las grandes masas del pueblo, de movilizarlas y organizar con ellas el gran ejército del Partido proletario, presto a aplastar las fuerzas reaccionarias y allanar el camino a las fuerzas avanzadas de la sociedad.
El fracaso de los "economistas" y de los mencheviques se explica, entre otras razones, por el hecho de que no reconocían la importancia movilizadora, organizadora y transformadora de la teoría de vanguardia, de la idea de vanguardia, y cayendo en un materialismo vulgar, reducían su papel casi a la nada, y consiguientemente condenaban al Partido a la pasividad, a vivir vegetando.
La fuerza y la vitalidad del marxismo-leninismo estriban en que éste se apoya en una teoría de vanguardia, que refleja certeramente las exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad, en que eleva la teoría a la altura que le corresponde y considera su deber utilizar íntegramente su fuerza de movilización, de organización y de transformación.
Así es como resuelve el materialismo histórico el problema de las relaciones entre el ser social y la conciencia social, entre las condiciones de desarrollo de la vida material y el desarrollo de la vida espiritual de la sociedad.
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