Nota – El siguiente artículo se publicó en la edición del diario “El Mundo” de Madrid del pasado lunes 10 de junio de 2013, pág. 30. Pese a algunos errores (como señalar que la guerrilla maoísta viene actuando “desde principios de los años 80” cuando su lucha armada contra el Estado semifeudal indio comenzó en 1967) se trata de un interesante artículo tanto por su extensión (a toda página con una gran foto con el texto “Un guerrillero maoísta posa con una gorra en el estado de Chhattisgarh, zona clave dentro del llamado `corredor rojo´") como por ser de los escasas informaciones que aparecen en la prensa burguesa española sobre la Guerra Popular en la India. La transcripción es de Gran Marcha Hacia el Comunismo. Madrid, junio 2013.
La nueva India – Una guerrilla en auge
EL DESAFÍO DE LOS HIJOS DE MAO
La guerrilla opera en un tercio de India y se
convierte
en “la mayor amenaza del Estado”
David Jiménez / Indore (India) – Enviado Especial
Los políticos del
Partido del Congreso regresaban de un mitin
cuando una mina explotó al paso de su convoy. Atacantes en fatigas
militares asaltaron los vehículos y sacaron a los supervivientes a rastras. El
veterano dirigente local Mahendra Karma fue llevado a un apartado y preguntado
si tenía un último deseo. “Permaneció en silencio y fue apuñalado por una de
las guerrilleras”, según el testimonio de uno de los campesinos que presenció
el ataque. “Las demás mujeres se abalanzaron sobre él”. El cadáver del
dirigente del Partido del Congreso en el estado de Chhattisgarh fue encontrado
con 78 heridas de machete.
La emboscada de los
maoístas el pasado 25 de mayo mató a 29 personas y eliminó a la cúpula regional
de la formación que gobierna la India. Fue la confirmación de que la guerrilla
se encuentra, tres décadas después de alzarse en armas, más fuerte que nunca.
Los rebeldes operan ya en un tercio de los 626 distritos del país, gobiernan
zonas remotas en las que cobran sus propios impuestos y cuentan con una fuerza
de 40.000 efectivos. “Eran enemigos del pueblo y merecían morir”, aseguraba el ilegalizado Partido
Comunista de la India, el brazo político de la guerrilla, al describir su acción
en Chhattisgarh.
Mahendra Karma se
había convertido en un objetivo de los rebeldes desde que en 2006 organizó un
novedoso y fracasado intento de frenar su avance: la creación de Salwa Judum o “cacería
de purificación”, una milicia popular armada por las autoridades para combatir
allí donde el ejército no alcanzaba. El resultado ha sido más víctimas civiles
y un recrudecimiento del conflicto. “Gobierno y maoístas dicen actuar en favor
de los pobres”, asegura Meenakshi Ganguly, de la organización Human Rights
Watch en la India. “Pero las atrocidades cometidas por ambos dañan a la gente
que dicen querer defender”. La guerrilla se alimenta de la persistente pobreza
en sus zonas de influencia, concentradas en las selvas del llamado “corredor
rojo” que incluye el estado de Chhattisgarh y áreas de Madhya Pradesh, Orissa,
Andhra Pradesh y Maharashtra. Formada por tribus locales con una historia de
resistencia centenaria, incluida su beligerancia hacia los colonizadores
británicos, han adoptado la ideología de Mao Zedong en China. Su objetivo
final: un gobierno liderado por el proletariado y el final de lo que llaman “la
dictadura de los ricos”.
Las reformas y el
crecimiento de los últimos años han mejorado la vida de millones de indios,
sobre todo en las urbes, pero también han agrandado las diferencias entre una
élite que se ha beneficiado desproporcionadamente y las comunidades rurales que
apenas lo han hecho. La urbanización de zonas hasta hace poco campesinas ha
creado símbolos de desigualdad como el de Gurgaon, una ciudad satélite
desarrollada en las afueras de Delhi: nuevos rascacielos y centros comerciales
se mezclan con descampados donde los desplazados por la construcción se hacinan
en tiendas de campaña. “No tenemos otro lugar done ir” explica la anciana S.
Sharma, cuya vivienda fue expropiada para hacer sitio al parque tecnológico de
Gurgaon. “Nos dijeron que la tierra donde habíamos vivido siempre no era
nuestra”.
En pocos lugares la
brecha entre la nueva opulencia y la vieja pobreza es más evidente que en
Chhattisgarh, un estado rico en yacimientos mineros que sirve de materia prima
a grandes corporaciones del país. El dinero se concentra en unas pocas familias
y no ha llegado a las cientos de aldeas que siguen sin electricidad o agua
corriente. La mitad de los niños de las zonas más deprimidas están desnutridos.
Para la escritora y
activista india Arundhati Roy, que convivió con los maoístas durante semanas para
escribir su ensayo “Caminando con los camaradas”, la violencia de los rebeldes
es una lucha existencial por defenderse de una alianza formada por políticos
corruptos y las elites que dominan el país. “Se enfrentan con violencia a una
violencia estructural que busca su desaparición”, según la autora de “El dios
de las pequeñas cosas”.
Roy ha sido
duramente criticada en su país por defender a quienes el Gobierno describe como
simples terroristas y “la mayor amenaza contra el Estado”, en palabras del
primer ministro Manmohan Singh. Las autoridades han buscado una doble
estrategia para frenar el alzamiento, duplicando los fondos para el desarrollo
de las zonas más pobres del “corredor rojo” y buscando la victoria militar con
la ofensiva Caza Verde, lanzada en 2009 y todavía en marcha.
Los rebeldes se han
mostrado hasta ahora más preocupados por el dinero llegado de Nueva Delhi, y no
tanto por las armas. Colegios, hospitales y carreteras construidos por el
Gobierno han sido saboteado, al igual que las señales de televisión y radio. El
ministro de Desarrollo Rural, Jairam Ramesh, cree que la guerrilla busca
mantener el retraso y la pobreza de las comunidades donde opera para sobrevivir”.
“No se debería trasladar una idea romántica de los maoístas. Están propaganda
miedo y terror”, según Ramesh.
La historia de un conflicto
* Inspirados por la ideología de Mao Zedong,
los naxalitas indios buscan derrocar al Estado indio desde principios de los
años 80 y claman por un gobierno dirigido por el proletariado.
* Los rebeldes han crecido en número hasta alcanzar
los 40.000 efectivos, pasando de simple guerrilla a ejército regular y operando
en 180 de los 626 distritos del país. En las zonas bajo su control cobran
impuestos, fijan las leyes y administran justicia.
* Más de 8.000 personas, la mayoría civiles,
han muerto desde 2001 en el conflicto. Frente a los maoístas está el Ejército
indio, que desde 2009 busca una victoria militar completa, y milicias conocidas
como “cacería de purificación”, formadas por 5.000 voluntarios del Gobierno.
/D.J.
* Las autoridades indias han utilizado una
doble estrategia para frenar el alzamiento, duplicando los fondos para el desarrollo
de las zonas más pobres del “corredor rojo”.
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