sábado, 21 de noviembre de 2015

La significación internacional de la teoría del camarada Mao Tse-tung sobre la Guerra Popular.

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La significación internacional de la teoría del camarada Mao Tse-tung sobre la Guerra Popular



La revolución china es la continuación de la gran Revolución de Octubre. El camino de la Revolución de Octubre es el camino común de la revolución de los pueblos del mundo. La revolución china y la Revolución de Octubre tienen en común los siguientes rasgos fundamentales: 1) ambas fueron dirigidas por la clase obrera con un partido marxista-leninista como su núcleo; 2) ambas tuvieron como base la alianza obrero-campesina; 3) en ambos casos se tomó el Poder por medio de la revolución violenta y se estableció la dictadura del proletariado; 4) en ambos casos se implantó el socialismo después del triunfo en la revolución y 5) ambas son parte integrante de la revolución proletaria mundial.
Por supuesto, la revolución china tuvo sus propias características. La Revolución de Octubre se produjo en la Rusia imperialista, y la revolución china, en un país semicolonial y semifeudal. Mientras la primera nació como una revolución socialista proletaria, la segunda pasó a ser socialista después de la victoria definitiva de la revolución de nueva democracia. Si la Revolución de Octubre comenzó por el levantamiento armado en las ciudades y se extendió luego al campo, la revolución china utilizó el campo para rodear las ciudades y las tomó a la postre, conquistando así la victoria en todo el país.
El gran mérito del camarada Mao Tse-tung radica en que ha integrado la verdad universal del marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución china y, sobre la base de una profunda síntesis y resumen de la experiencia acumulada por el pueblo chino en su prolongada lucha revolucionaria, ha enriquecido y desarrollado el marxismo-leninismo.
La larga práctica de la revolución china demuestra que la teoría del camarada Mao Tse-tung sobre la guerra popular concuerda con las leyes objetivas de dicha guerra y conduce invariablemente a la victoria. Esta teoría no sólo es aplicable en China, sino que también constituye una gran contribución a la lucha revolucionaria de las naciones y pueblos oprimidos del mundo entero.
La guerra popular dirigida por eI Partido Comunista de China, que comprendió la Guerra de Resistencia contra el Japón y la Segunda y Tercera Guerras Civiles Revolucionarias, duró 22 largos años. Es la guerra popular más prolongada, más compleja y más rica en experiencia que se haya desarrollado bajo la dirección del proletariado en el mundo contemporáneo.

La teoría marxista-leninista de la revolución proletaria es, en último término, la teoría de la toma del Poder mediante la violencia revolucionaria, la teoría de oponer la guerra popular a la guerra antipopular. Marx lo dijo muy bien: “La violencia es la comadrona de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra nueva“.(1)
Basándose en la experiencia de la guerra popular de China, el camarada Mao Tse-tung formuló, en el lenguaje más sencillo y expresivo, la famosa tesis de que “El Poder nace del fusil”(2)
El camarada Mao Tse-tung señaló con toda claridad: “La tarea central y la forma más alta de toda revolución es la toma del Poder por medio de la fuerza armada, es decir, la solución del problema por medio de la guerra. Este revolucionario principio marxista-leninista tiene validez universal, tanto en China como en los demás países“.(3)
La guerra es el producto del imperialismo y del sistema de la explotación del hombre por el hombre. Lenin dijo: “La guerra la desencadenan siempre y en todas partes las clases explotadoras, dominantes y opresoras”(4). Mientras existan el imperialismo y eI sistema de la explotación del hombre por el hombre, los imperialistas y los reaccionarios se apoyarán en sus fuerzas armadas para mantener su dominio reaccionario y tratarán de imponer la guerra a las naciones y pueblos oprimidos. Esta es una ley objetiva, independiente de la voluntad del hombre.
En el mundo de hoy, los imperialistas encabezados por los EUA y sus lacayos están reforzando, sin excepción alguna, su máquina de Estado y, sobre todo, sus fuerzas armadas. El imperialismo norteamericano, en particular, perpetra agresiones y represiones armadas por todas partes.
¿Qué deben hacer las naciones y pueblos oprimidos ante las guerras de agresión y las represiones armadas de los imperialistas y sus lacayos? ¿Postrarse de rodillas y seguir como esclavos para siempre? ¿O alzarse en lucha y conquistar su liberación?
El camarada Mao Tse-tung dio una respuesta expresiva a esta pregunta. Dijo que tras una larga investigación y estudio el pueblo chino vio que los imperialistas y sus lacayos “tienen todos espadas en sus manos y están dispuestos a matar. El pueblo ha llegado a comprender esto y actúa, por lo tanto, de la misma manera“:(5) los trata del mismo modo en que ellos tratan a los demás.
Atreverse o no a librar una lucha medida por medida y sostener una guerra popular frente a las agresiones y represiones armadas del imperialismo y sus lacayos es, en última instancia, un problema de atreverse o no a hacer la revolución. He aquí la piedra de toque infalible para distinguir a los verdaderos revolucionarios y marxista-leninistas de los falsos.
En vista de que algunas personas tenían miedo al imperialismo y a los reaccionarios, el camarada Mao Tse-tung fórmuló la famosa tesis de que “el imperialismo y todos los reaccionarios son tigres de papel“. Dijo: “Todos los reaccionarios son tigres de papel, Parecen temibles, pero en realidad no son tan poderosos. Visto en perspectiva, no son los reaccionarios sino el pueblo quien es realmente poderoso“.(6)
Como lo prueba en forma convincente la historia de las guerras populares de los pueblos de China y de otros países, las fuerzas revolucionadas del pueblo crecen convirtiéndose de débiles en poderosas y de pequeñas en grandes: esta es una ley universal del desarrollo de la lucha de clases, una ley universal del desarrollo de la guerra popular. En el curso de su desarrollo, la guerra popular ha de sufrir muchas dificultades, altibajos y reveses, pero ninguna fuerza es capaz de alterar su tendencia general a la victoria inevitable.
El camarada Mao Tse-tung ha hecho constar que es necesario despreciar al enemigo estratégicamente y tomarlo muy en cuenta tácticamente.
Despreciar estratégicamente al enemigo es un requisito elemental para todo revolucionario. Sin el valor de despreciar al enemigo y de conquistar la victoria, no se puede hablar de revolución, de guerra popular, ni mucho menos de victoria.
Es de mucha importancia también que los revolucionarios tomen muy en cuenta al enemigo tácticamente. Tampoco se puede triunfar en una guerra popular sin tomar muy en cuenta al enemigo tácticamente y sin estudiar las condiciones específicas, ser prudente, estudiar y perfeccionar cuidadosamente el arte de la lucha y adoptar formas de lucha adecuadas en la práctica concreta de la revolución de cada país y en cada problema concreto de lucha.
El materialismo dialéctico y el materialismo histórico nos enseñan que lo más importante no es lo que en determinado momento parece estable pero comienza ya a morir, sino lo que nace y se desarrolla, aunque en un momento dado parezca poco estable, ya que lo único insuperable es lo que se halla en estado de nacimiento y de desarrollo.
¿Por qué las fuerzas nacientes, aparentemente débiles, pueden vencer a las fuerzas decadentes, que parecen tan fuertes? Porque con las fuerzas nacientes están la verdad y las masas populares, mientras las clases reaccionarias viven siempre divorciadas de las masas populares y están, opuestas a ellas.
Esto ha sido comprobado por el triunfo de la revolución china y también por la historia de todas las revoluciones, por toda la historia de la lucha de, clases y por toda la historia de la humanidad.
Los imperialistas tienen un miedo cerval a la tesis del camarada Mao Tse-tung de que “el imperialismo y todos los reaccionarios son tigres de papel” y los revisionistas sienten un odio inveterado hacia ella. Ambos combaten y atacan esta tesis. Los filisteos siguen sus pasos ridiculizándola. Sin embargo, nada de esto puede desvalorizarla ni en lo más mínimo.
El brillo de la verdad nadie lo puede empañar.
  La teoría del camarada Mao Tse-tung sobre la guerra popular no sólo ha dado respuesta a la cuestión de “atreverse o no a sostener semejante guerra“, sino también ha resuelto el problema de cómo llevarla a cabo.
El camarada Mao Tse-tung es un gran estadista y experto militar que sabe bien cómo dirigir la guerra de acuerdo con las leyes que la rigen. Con la línea y la política, la estrategia y la táctica que elaboró para la guerra popular, el camarada Mao Tse-tung dirigió al pueblo chino y, bajo condiciones extremadamente complejas y difíciles, condujo la nave de la guerra popular a la victoria, sorteando todos y cada uno de los escollos que se interponían en su camino de avance.
Es preciso subrayar que la tesis del camarada Mao Tse-tung sobre el establecimiento de bases revolucionarias en el campo y la utilización del campo para rodear las ciudades tiene una prominente importancia práctica y universal para la lucha revolucionaria que libran hoy las naciones y pueblos oprimidos del mundo, y en particular para la lucha revolucionaria de las naciones y pueblos oprimidos de Asia, Africa y América Latina contra el imperialismo y sus lacayos.
Hoy en día, muchos países y pueblos de Asia, Africa y América Latina son víctimas de la intensa agresión y sojuzgamiento del imperialismo acaudillado por los EUA y de sus lacayos. Las condiciones fundamentales políticas y económicas de un buen número de esos países tienen mucho de común con las que prevalecían en la Vieja China. En ellos, al igual que en la China de entonces, el problema campesino adquiere extrema importancia. Son los campesinos quienes constituyen la fuerza principal en la revolución nacional-democrática, dirigida contra el imperialismo y sus lacayos. Al agredir a esos países, los imperialistas siempre comienzan por ocupar las grandes ciudades y las vías de comunicación importantes, pero no están en condiciones de establecer su control total sobre las extensas zonas rurales. El campo, y sólo el campo, es la vasta zona donde los revolucionarios pueden maniobrar con toda libertad. El campo, y sólo el campo, puede ser la base revolucionaria desde donde los revolucionarios pueden marchar hacia la victoria final. Es por ello; que la teoría del camarada Mao Tse-tung sobre la creación de bases revolucionarias en las zonas rurales y la utilización del campo para rodear las ciudades ejerce una fuerza de atracción cada vez mayor sobre los pueblos de esas zonas.
Mirado el mundo en su conjunto, la América del Norte y la Europa Occidental pueden ser llamadas las “ciudades del mundo” y Asia, Africa y América Latina, sus “zonas rurales”. Después de la Segunda Guerra Mundial, por diversos motivos el movimiento revolucionario proletario en los países capitalistas de la América del Norte y de la Europa Occidental, se ha visto retardado temporalmente, mientras el movimiento revolucionario popular en Asia, Africa y América Latina se ha desarrollado con todo vigor. De modo, pues, que la revolución mundial de nuestros días también presenta, en cierto sentido, una situación en que las ciudades se ven rodeadas por el campo. La causa de la revolución mundial dependerá en fin de cuentas, de la lucha revolucionaria de los pueblos de Asia, África y América Latina; que representan la mayoría abrumadora de la población mundial. Por lo tanto, los países socialistas deben considerar como su deber internacionalista el apoyar la lucha revolucionaria popular en Asia, África y América Latina.
La Revolución de Octubre abrió una nueva era en la revolución de las naciones oprimidas. Su triunfo tendió un puente entre la revolución socialista proletaria en Occidente y la revolución nacional-democrática en los países coloniales y semicoloniales de Oriente. Y la revolución china ha resuelto el problema de cómo enlazar en los países coloniales y semicoloniales la revolución nacional-democrática con la revolución socialista.
El camarada Mao Tse-tung ha señalado que, en la época iniciada por la Revolución de Octubre, la revolución: antiimperialista en cualquier país colonial o semicolonial ya no es una parte integrante de la vieja revolución mundial, burguesa o capitalista, sino una parte integrante de la nueva revolución mundial, es decir, la revolución socialista proletaria.
El camarada Mao Tse-tung ha formulado una teoría íntegra sobre la revolución de nueva democracia. Ha señalado que semejante revolución no puede ni debe ser ninguna otra que una revolución de las amplias masas populares, dirigidas por el proletariado, contra el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burócráticó.
Esto significa que la dirección de esta revolución no pueden ni deben asumirla ninguna otra clase y ningún otro partido que no sean el proletariado y el auténtico partido revolucionario, armado con el marxismo-leninismo.
Esto significa que en esta revolución tornan parte no sólo los obreros, los campesinos y los pequeñoburgueses urbanos, sino también la burguesía nacional y los demás demócratas patriotas y antiimperialistas.
Esto significa que los enemigos a los que esta revolución se propone derrocar son el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático.
La revolución de nueva democracia conduce al socialismo, y no al capitalismo.
La teoría del camarada Mao Tse-tung de la revolución de nueva democracia es la teoría marxista-leninista del desarrollo por etapas y a la vez ininterrumpido de la revolución.
El camarada Mao Tse-tung ha distinguido correctamente la etapa de la revolución nacional-democrática de la etapa de la revolución socialista, y al mismo tiempo ha vinculado la una con la otra correcta y estrechamente. La revolución nacional-democrática es la preparación necesaria para la revolución socialista, mientras esta última es la tendencia inevitable del desarrollo de la primera. Entre estas dos etapas de la revolución no se interpone una Gran Muralla. Pero, la revolución socialista es posible sólo después de consumada la revolución nacional-democrática. Cuanto más a fondo se realiza ésta, mejor se crean las condiciones previas para aquélla.
La experiencia de la revolución china muestra que las tareas de la revolución nacional-democrática se cumplen sólo a través de una lucha dilatada y continuada. En esta etapa de la revolución, el imperialismo y sus lacayos son los enemigos principales y en la lucha contra ellos, es necesario unir a todas las fuerzas patrióticas y antiimperialistas, incluyendo a la burguesía nacional y a todas las personalidades patriotas. Todas las personalidades patriotas de la burguesía o de otras clases explotadoras, al incorporarse a la lucha antiimperialista, desempeñan un papel progresista en la historia; el imperialismo no los tolera pero el proletariado los saluda.
Es muy perjudicial confundir la etapa de la revolución nacional-democrática con la etapa de la revolución socialista. El camarada Mao Tse-tung criticó la errónea idea de “consumar ambas en una batalla” y señaló que semejante idea utópica podía debilitar la lucha, contra el imperialismo y sus lacayos, que era la tarea más urgente de aquel entonces. Durante la Guerra de Resistencia contra el Japón, los reaccionarios kuomintanistas y los troskistas a sueldo de ellos confundieron intencionalmente estas dos etapas de la revolución china, propagando la llamada “teoría de una sola revolución” y clamando por el “socialismo” sin el Partido Comunista. Con esta teoría absurda, trataron de tragarse al Partido Comunista, liquidar de raíz toda revolución e impedir el avance de la revolución nacional-democrática; usaron esta teoría como pretexto para justificar su no resistencia al imperialismo y su capitulación ante él. Esta teoría reaccionaria fue enterrada hace mucho por la historia de la revolución china.
Hoy, los revisionistas jruschovistas propagan a más y mejor la posibilidad de implantar el socialismo sin el proletariado y sin un partido verdaderamente revolucionario y armado con la avanzada ideología proletaria, echando por la borda las tesis fundamentales del marxismo-leninismo. Al difundir semejante afirmación, no persiguen sino desviar la atención de las naciones oprimidas de la lucha antiimperialista, socavar la revolución nacional-democrática y servir al imperialismo.
La revolución china ha brindado la experiencia del cumplimiento exitoso y definitivo de la revolución nacional-democrátila bajo la dirección del proletariado y de la transición exitosa y oportuna de dicha revolución a la revolución socialista bajo la dirección del proletariado.
El pensamiento de Mao Tse-tung es la guía para la victoria de la revolución china. Ha integrado la verdad universal del marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución china y ha desarrollado de manera creadora eI marxismo-leninismo, proporcionando nuevas armas al arsenal, general del marxismo-leninismo.
Vivimos una época en que, en todo el mundo, el capitalismo y el imperialismo se precipitan hacia su ruina y el socialisino y el comunismo marchan hacia la victoria. Además de ser producto de la revolución china; la teoría del camarada Mao Tse-tung sobre la guerra popular conlleva las características de nuestra época. Las nuevas experiencias adquiridas desde la Segunda Guerra Mundial en las luchas revolucionarias populares de diversos países han corroborado continuamente que el pensanlierito de Mao Tse-tung constituye un patrimonio común de los pueblos revolucionarios del mundo. Esta es la gran significación internacional del pensamiento de Mao Tse-tung.


Notas:
(1) Marx, “El Capital“, t.1, Fondo de Cultura Económica, México, p.639
(2) Mao Tse-tung, “Problemas de la guerra y la estrategia“, Obras Escogidas, t.2, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1968, p.231
(3) Ibid, p.224
(4) Lenin, “Ejército revolucionario y gobierno revolucionario“, Obras Completas, t.8, Cártago, Buenos Aires,1959, p.565.
(5) Mao Tse-tung, “La situación y nuestra política, después de la victoria en la Guerra de Resistencia contra el Japón“, Obras Escogidas, t.4, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1967, p.11
(6) Mao Tse-tung, “Conversación con la corresponsal norteamericana Anna Louis Strong“, Obras Escogidas, t.4, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1967, p.99


Extraído del libro “La revolución cultural china” de K. H. Fan por los camaradas del blog Cultura Prolétaria.

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