8 de marzo: día de la mujer trabajadora y revolucionaria, no el de reinas y explotadoras.
8 de marzo: día de la mujer trabajadora y revolucionaria, no el de reinas y explotadoras.
El
8 de marzo se conmemora a la mujer trabajadora, revolucionaria. La
comunista Clara Zetkin propuso la conmemoración en la conferencia de
mujeres socialistas de 1910, para homenajear la lucha de las mujeres
contra la explotación capitalista. Se recuerda el asesinato, a manos del
Gran Capital, de 129 obreras quemadas vivas en una fábrica cuyos dueños
habían cerrado las puertas (en EEUU). Se conmemora la lucha por la
justicia social, la lucha contra el patriarcado y el capitalismo, cuyos
mecanismos se articulan el uno al otro a la perfección. El 8 de marzo
quedó apuntalado como fecha eminentemente revolucionaria por los sucesos
del 8 de marzo de 1917 en la Rusia tzarista: miles de mujeres salieron a
las calles clamando por sus derechos, contra la explotación y las
guerras que la burguesía imponía al pueblo: ellas detonaron la
Revolución de Octubre. Tras la revolución de Octubre las mujeres
conquistaron sus derechos económicos, sociales, sexuales y
reproductivos: derecho al voto para todas las mujeres (no solo para las
propietarias como en Gran Bretaña), derecho al divorcio, derecho al
aborto, derechos plenos al estudio y trabajo, vivienda, sanidad y
educación garantizadas, etc. Todos estos derechos todavía se siguen
luchando en la inmensa mayoría de países capitalistas.
Las mujeres somos la parte más golpeada de la clase explotada. Somos víctimas
de las guerras imperialistas, del saqueo capitalista que empobrece
regiones y países enteros, de las privatizaciones y la precariedad, y además
somos víctimas del machismo incesantemente promovido por los medios y
toda la industria cultural del capitalismo. Porque el capitalismo se
sustenta fragmentando y dividiendo a la clase explotada: por ello la
industria cultural del capitalismo difunde incesantemente paradigmas de
discriminación como el machismo y el racismo.
Somos las trabajadoras explotadas, estudiantes, artistas,
paradas y jubiladas a quienes se nos está privando de una vida digna,
en ocasiones hasta de la alimentación, la vivienda, el acceso a la
salud, el acceso a la educación, etc. Somos privadas de condiciones de
trabajo y de remuneración dignas por los capitalistas que sacan la
plusvalía de nuestro trabajo. Somos las madres cuyo trabajo en el hogar
no es reconocido, las que se quedan en absoluta precariedad sin
pensión. Somos
las mujeres migrantes empujadas a padecer las peores explotaciones: en
maquilas de espanto, rociadas de veneno en el agro-industrial, abocadas a
la explotación de la prostitución o a ser cosificadas y saqueadas como
"vientres de alquiler". Somos
las niñas violadas y forzadas a parir. Somos designadas por este
sistema como la diana de las frustraciones aberrantes que este sistema
causa, de la misoginia que fomenta. Por ello el feminicidio galopa:
porque los medios banalizan la tortura y toda discriminación alienante
funcional al capitalismo, porque la violencia ejercida de manera
estructural arrastra su odio contra nosotras. Somos vícimas del
capitalismo y su barbarie, víctimas del machismo que el mismo Capital
promueve; pero también somos mujeres luchadoras y revolucionarias.
El
8 de marzo no es el día de las princesas, ni de las empresarias
explotadoras. Las mujeres opresoras, las Cristine Lagarde, las Thatcher,
las Hillary Clinton y demás... las que se lucran de devastar selvas, de
oprimir poblaciones, de esclavizar en fábricas de espanto a miles de
trabajadoras, las que se lucran, también, de fomentar el machismo a
través de sus medios de alienación masiva, son clase explotadora, al
igual que los hombres de la clase explotadora.
El
verdadero feminismo es revolucionario, lucha contra la clase
explotadora y su sistema capitalista: contra este sistema que promueve
incesantemente paradigmas de opresión y sumisión como el machismo o el
racismo.
Al
Capital le interesa mantenernos atadas a la división sexual del
trabajo, a labores de cuidado no remuneradas, a la discriminación
salarial por ser mujeres. Al Capital le interesa una clase explotada
pulverizada y golpeada, impedida de unidad por el machismo, el racismo,
el individualismo, el miedo y demás alienaciones que la clase
explotadora se encarga de cultivar. Frente a una realidad tan brutal, el
reformismo, siempre sirviendo a impedir cuestionamientos profundos,
pretende encapsular nuestra lucha y superficializarla, ocultando su carácter de clase, obviando la funcionalidad que para el capitalismo tiene el machismo. El reformismo busca ocultar que no lograremos
cambiar la cultura profundamente machista que impera en el mundo
entero, a menos que nos tomemos los medios de producción y por lo tanto
los de difusión y educación.
Los
caballos de Troya de la burguesía intentan hacer creer que las mujeres
explotadoras son nuestras hermanas, cuando ellas también participan de
perpetuar este sistema que devora a la naturaleza, explota a los seres
humanos (a la clase trabajadora), y perpetúa al machismo, al racismo, al
individualismo, comportamientos y discriminaciones fundamentales para
el mantenimiento de este sistema putrefacto.
Las
mujeres revolucionarias sabemos que la sociedad de clases se perpetúa
sobre la violencia: esa violencia ejercida por la clase explotadora (la
que posee los medios de producción) contra las mayorías explotadas y
precarizadas, y sabemos también el lastre que significa el machismo para
la unidad de la clase explotada. Luchamos también por un feminismo
revolucionario, para poder oponerlo a la infame recuperación que el
sistema está intentando hacer de la lucha feminista, con sus aberrantes
Caballos de Troya y su discurso de “sororidad interclasista" (¡Cómo si
tuviéramos que tener "sororidad" con una capitalista explotadora, una
proxeneta o una ficha del complejo militar-industrial por el mero hecho
de ser mujer!).
Luchamos
contra toda explotación, y nuestra lucha contra la opresión de la mujer
trabajadora, la adelantamos luchando día a día contra el machismo, y
luchando contra la raíz que sostiene las desigualdades sociales:
luchando contra un sistema que fomenta la opresión de la mujer porque la
necesita como mecanismo de dominación y división de la clase explotada;
luchando contra un sistema que fomenta la violencia machista a modo de
control social: como válvula de escape de las frustraciones que tal
sistema crea. El Feminicidio es parte de la barbarie de un sistema
económico, político, social y cultural, el capitalista, violento en
esencia y perverso en su lógica. Un sistema basado en la explotación de
las y los trabajadores y en el saqueo de la naturaleza, es un sistema
que necesita banalizar la explotación, la injusticia social y la
tortura. La lucha por la emancipación de la mujer y la lucha contra el capitalismo son inseparables. Por un feminismo revolucionario, que no es foto de portada sino lucha cotidiana, que lucha contra toda explotación.
- Blog de la autora: www.cecilia-zamudio.blogspot.
com
No hay comentarios:
Publicar un comentario